Hace años los routers domésticos tan sólo eran eso, routers, nos proporcionaban conexión a la red local e Internet vía cable o Wi-Fi y tenían configuraciones típicas de cualquier router. Con los años se han ido añadiendo nuevas características, la incorporación de puertos USB marcó un antes y un después, ya que poder utilizar almacenamiento externo era muy útil si además le incorporábamos al router un servidor FTP o Samba.
Posteriormente los routers empezaron a incorporar servidores de medios DLNA para reproducir desde nuestra TV o reproductor multimedia todo el contenido que tuviéramos conectado vía USB 2.0 al equipo. El fabricante D-Link por ejemplo sacó un router que incorporaba un disco duro de 2,5 pulgadas en su interior para compartir almacenamiento, el D-Link DIR-685.
A continuación los fabricantes evolucionaron del USB 2.0 a USB 3.0, mucho más rápido que su antecesor para proporcionar el máximo rendimiento posible en red local y disfrutar del contenido multimedia en alta definición. Con la popularización de los smartphones y tables, los fabricantes de routers han desarrollado aplicaciones específicas para reproducir contenido multimedia en estos dispositivos móviles desde sus propios equipos.
La próxima evolución en routers será la incorporación de una salida HDMI para conectar el router directamente a la TV, convirtiendo al router en el centro del hogar. De esta forma el router podrá sacar vídeo con una resolución de hasta 1920 x 1080 píxeles (en la primera generación), sin necesidad de utilizar el servidor de medios DLNA y sin necesidad de que la TV tenga puerto Ethernet para conectarla a la red local, aunque el servidor DLNA seguirá estando disponible por supuesto.
Os recomendamos que vayáis moviendo el router cerca de la TV del salón porque muy pronto tendréis noticias sobre los primeros routers que incorporan HDMI.