Durante meses, mis dispositivos inteligentes funcionaban a ratos. Algunas bombillas no respondían, los sensores de movimiento fallaban y más de una vez tuve que reiniciar todo el sistema. Hasta que encontré una solución definitiva: convertir mi Raspberry Pi en un concentrador Zigbee. Hoy te cuento cómo lo hice paso a paso y por qué, si usas domótica en casa, esto te puede cambiar la vida.
Zigbee se ha convertido en uno de los protocolos más populares en domótica por su bajo consumo y su capacidad para crear redes en malla. Pero para que funcione necesitas un concentrador compatible. Lo habitual es que cada marca tenga el suyo (Philips, IKEA, etc.), lo cual no solo es un lío, sino que también limita mucho. En mi caso, decidí unificar todo con mi Raspberry Pi, gracias a una herramienta de código abierto llamada Zigbee2MQTT.
Lo que necesitas para empezar
Antes de meterte en el montaje, necesitas tener a mano unas cuantas cosas básicas. Yo lo monté con una Raspberry Pi 3B+, pero puedes usar prácticamente cualquier modelo reciente. Eso sí, lo importante es:
- Un adaptador Zigbee USB: yo usé uno con chipset CC2652P, pero puedes consultar la lista oficial de Zigbee2MQTT para ver cuáles son compatibles.
- Una microSD o mejor aún, un SSD por USB. La escritura constante puede acortar mucho la vida útil de las tarjetas SD, así que si puedes evitarlo, mejor.
- Un bróker MQTT, que es el que se encarga de que tus dispositivos se comuniquen entre sí. Si ya usas Home Assistant, puedes instalarlo como complemento directamente sin necesidad de software adicional.
- Zigbee2MQTT, que es el software que hace de puente entre tu adaptador y el sistema de domótica.
Una vez tengas todo esto, ya puedes empezar.
Cómo monté el sistema paso a paso
Lo primero fue instalar Raspberry Pi OS usando Raspberry Pi Imager. Desde ahí, habilité el acceso SSH, configuré la Wifi y dejé todo listo para poder gestionarla desde otro ordenador sin necesidad de pantalla ni teclado.
Después accedí por SSH y ejecuté todos los comandos necesarios para instalar Zigbee2MQTT. No es difícil, pero hay que hacerlo con cuidado:
- Instalé Node.js y las dependencias básicas.
- Cloné el repositorio oficial de Zigbee2MQTT.
- Instalé sus paquetes con pnpm.
- Configuré el archivo configuration.yaml para que se conectara a mi servidor MQTT.
- Por último, conecté el adaptador Zigbee, lancé el servicio y activé el modo de emparejamiento.
Una vez hecho esto, solo tuve que añadir dispositivos uno a uno. Emparejarlos fue tan fácil como ponerlos en modo de conexión y ver cómo aparecían en la interfaz de Zigbee2MQTT. En menos de una hora, ya tenía funcionando mis bombillas Hue, sensores de movimiento de IKEA y un enchufe inteligente que nunca había conseguido integrar con Home Assistant.
¿Por qué prefiero esta solución frente a los concentradores comerciales?
Hay varias razones de peso para hacer esto, más allá del puro frikismo:
- Puedo colocar la Raspberry Pi donde quiera. Antes tenía el servidor de Home Assistant junto al router, lo cual no era ideal para la señal Zigbee. Ahora tengo el concentrador en una zona central de la casa y los dispositivos no se desconectan.
- Me ahorro instalar apps innecesarias. No necesito la app de Philips Hue, ni la de IKEA, ni puentes intermedios. Todo se gestiona desde Home Assistant y Zigbee2MQTT.
- No dependo de la nube. Toda la comunicación es local. Mis dispositivos siguen funcionando aunque se caiga internet.
- No me limita ninguna marca. Puedo añadir casi cualquier dispositivo Zigbee, aunque sea de un fabricante distinto.
- Es barato y más fiable. Por menos de 50 €, tengo un sistema que compite con cualquier solución comercial mucho más cara.
¿Merece la pena hacerlo?
Si te gusta trastear, quieres tener el control total de tu red Zigbee y buscas estabilidad, sí, sin duda merece la pena. No es solo por ahorrar dinero. Es por libertad. Por no depender de puentes propietarios ni de nubes ajenas. Por no tener que reiniciar tus bombillas cada dos por tres porque «no responden».
Ahora, mi red domótica funciona como debe. Rápida, estable y totalmente integrada. Y todo empezó con una Raspberry Pi que tenía cogiendo polvo en un cajón.