Puede parecer una exageración, pero echar a Alexa de casa ha sido una de las decisiones más tranquilizadoras que he tomado últimamente. Durante años, convivimos con sus respuestas robóticas, sus errores de interpretación y esa molesta sensación de que había alguien escuchando en segundo plano. En este artículo te cuento por qué decidí desconectar todos mis dispositivos Amazon Echo y dar el salto a un sistema más libre, más privado y, sinceramente, más eficiente.
Todo empezó como una curiosidad: un Echo Dot barato para probar eso del control por voz. Y oye, durante un tiempo, funcionó. Encendía las luces, ponía música, leía el tiempo… Pero poco a poco esa comodidad se fue convirtiendo en frustración. Las limitaciones, la falta de privacidad y las alternativas mucho mejores que han surgido me hicieron ver que lo de tener a Alexa en casa ya no tenía sentido. Estas son las 5 razones que me llevaron a decirle adiós.
No me entiende (y no soy yo, es ella)
Lo que empezó como algo gracioso, acabó siendo irritante. Alexa no entiende muchos comandos, sobre todo cuando no tienes acento “perfecto”. A veces le pido que apague las luces del salón, y lo que hace es encender todas las de la casa. O pongo música para relajarme y me lanza una playlist de reguetón. Y no, no es que no sepa hablar claro. Es que su reconocimiento de voz deja mucho que desear.
Además, si no usas exactamente las palabras que ella espera, se queda pensando o lanza cualquier cosa. He acabado usando el móvil o directamente los interruptores para no desesperarme.
Para ser un «asistente inteligente», no lo es tanto
Una cosa que siempre me ha sorprendido es lo poco que Alexa aprende sobre ti. No mejora con el tiempo, no anticipa lo que necesitas y, en muchos casos, da respuestas genéricas. Si le pides una canción específica, primero te suelta un anuncio de Amazon Music y luego, con suerte, te pone algo parecido. Si usas servicios como Jellyfin o tienes una biblioteca local, olvídate: ni se integra ni le interesa hacerlo.
Mientras tanto, otras plataformas como Home Assistant o incluso los atajos de Apple son mucho más flexibles y personalizables. Y encima sin interrumpirte cada dos por tres con promociones.
La calidad de audio no justifica su precio
Los altavoces Echo, incluso el Studio, no pueden competir con opciones como Sonos o incluso algunos altavoces Bluetooth de gama media. Si lo que quieres es disfrutar de buena música o una experiencia envolvente con tu tele, Alexa no es la solución. Puedes tener altavoces mejores, conectarlos a un sistema libre como Home Assistant y controlar todo desde el móvil o incluso con comandos personalizados.
¿Para qué pagar por una solución a medias cuando puedes montar algo mejor con lo que ya tienes?
No quiero que escuchen mis conversaciones
Sé que suena a paranoia, pero los informes sobre privacidad de Amazon no invitan a confiar. Alexa escucha más de lo que debería y guarda esos datos para mejorar “la experiencia del usuario”, que es una forma elegante de decir “para venderte más cosas”. Yo prefiero un sistema que no dependa de servidores externos y que no tenga acceso a cada palabra que digo en casa.
Desde que he pasado a Home Assistant, tengo el control total. Nada sale de mi red local, y si quiero automatizar algo, sé exactamente qué datos se usan y dónde se almacenan.
Las alternativas han mejorado muchísimo
Durante mucho tiempo, Alexa fue lo más cómodo y accesible. Pero eso ha cambiado. Hoy en día puedes montar tu propio asistente de voz con Home Assistant Voice, que es totalmente de código abierto, compatible con cientos de dispositivos y sin ataduras a grandes empresas. Puedes integrarlo con Apple Home, con sensores Zigbee, con tu NAS… lo que quieras.
Además, estoy migrando poco a poco a un ecosistema más coherente con mis valores: más privacidad, más libertad, más control.
Home Assistant Voice es el futuro
Este fue el empujón final. Home Assistant ha lanzado su propio asistente de voz: libre, de código abierto y sin vender tus datos a nadie. Se instala fácil, se integra con todo y, lo mejor, funciona como tú quieres. Nada de skills absurdas ni límites impuestos por una corporación. Aquí tú decides. Más puntos a favor de sacarla de mi vida, que de mantenerla
Alexa fue útil en su momento, pero ha dejado de encajar conmigo. Entre los fallos constantes, la falta de integración real, la calidad mediocre de los dispositivos y la inquietud creciente por mi privacidad, tenía más razones para sacarla de casa que para mantenerla.
Ahora vivo más tranquilo, tengo más control y sé exactamente qué pasa con mis datos. Si estás pensando en hacer lo mismo, te animo a probar alternativas como Home Assistant. No será tan popular, pero te devuelve el control de tu casa… y de tu vida digital.