YouTube es la plataforma de contenido en streaming más utilizada para que todo tipo de usuarios compartan sus vídeos a través de Internet, tanto con otras personas como incrustados en las páginas web. Cuando subimos un vídeo a YouTube, este pasa a ser propiedad de Google, quien lo monetiza como quiere y tiene todo el control sobre el mismo, sin embargo, a pesar de esto, YouTube sigue siendo la plataforma más utilizada para alojar vídeos en vez de que cada usuario o web aloje sus vídeos en sus servidores y los distribuya directamente, ¿por qué?
Aunque un vídeo esté incrustado en una página web no significa que esté alojado en el mismo servidor, sino que en el código de la página hay un código, generalmente apuntando a YouTube, que se encarga de mostrarnos el vídeo en nuestra página, pero recibiendo toda la información sobre el mismo desde los servidores de Google.
Razones por las que alojar nuestros propios vídeos no es viable
La primera de las razones por la que esto es completamente inviable es por el ancho de banda que supone el streaming de vídeo. Enviar vídeo a varios usuarios al mismo tiempo requiere un ancho de banda bastante considerable, además de que se consume una gran cantidad de datos durante el proceso.
Teniendo en cuenta que muchas webs facturan en función del tráfico consumido, especialmente cuando dependen de plataformas de almacenamiento como Amazon S3, alojar nuestros propios vídeos puede ser algo totalmente inviable. Puedes ver algunos programas para usar DLNA en el móvil.
Otra de las razones por las que esta práctica no merece la pena es por la repercusión que tiene esta actividad en cuanto al rendimiento de los servidores. Procesar vídeos requiere una gran cantidad de recursos, tanto de procesador como de memoria RAM, y cuanto mayor es el número de usuarios que solicitan dicho vídeo, mayor es la cantidad de recursos necesaria para esta tarea. Si hasta YouTube en ocasiones suele ir mal, imaginemos nuestros servidores.
En tercer lugar, las plataformas como YouTube convierten automáticamente los vídeos que subimos a un formato compatible y adecuado para mostrarse en los navegadores, a la vez que, manteniendo cierta calidad, se reduzca todo lo posible su tamaño para que este pueda reproducirse lo mejor posible. Si no convertimos un vídeo a un formato web-friendly, directamente tendremos problemas para mostrarlo en los navegadores.
Por último, aunque tampoco es un problema como tal, no podemos olvidar que YouTube, además de alojar nuestros vídeos, nos da cierta visibilidad al permitir que cualquiera pueda encontrar nuestro vídeo dentro de la plataforma, y, además, nos aplica unos pequeños derechos de autor de manera que nuestro vídeo sea nuestro y nadie pueda robarlo y usarlo sin permiso. Si alojamos el vídeo en nuestra web, y alguien lo descarga y sube a YouTube, seguramente tengamos problemas.
Estos inconvenientes son los mismos por los que, además de YouTube, solo existen otras pocas plataformas similares alternativas, como Vimeo o Facebook, en lugar de existir cientos de ellas como ocurre con otros servicios.
¿Conocías los inconvenientes de alojar nuestros propios vídeos para utilizarlos en web frente a incrustarlos desde YouTube u otras plataformas similares?