Los repetidores Wi-Fi son muy útiles y utilizados por los usuarios. Nos permiten conectarnos a una mayor distancia del router y evitar así problemas de cobertura y estabilidad. Los hay de diferentes tipos y modelos, pero la función básicamente es la misma. Ahora bien, ¿podrían llegar a ser un peligro? ¿Qué podemos hacer para estar siempre protegidos? De todo ello vamos a hablar en este artículo, donde daremos algunos consejos esenciales.
Qué son los repetidores Wi-Fi
¿Cómo funciona un repetidor Wi-Fi? Se trata de un dispositivo que permite, como su nombre indica, repetir la señal inalámbrica. Pongamos que tener un router en una habitación y queremos conectarnos desde la otra punta de la vivienda. Si intentamos conectar un ordenador, móvil o cualquier aparato directamente al router puede que no podamos ni siquiera establecer la conexión o que haya cortes continuos y vaya lento.
Para salvar este problema podemos utilizar un repetidor. Lo colocamos en algún lugar entre el router y la zona en la que vamos a necesitar mejorar la señal. Ese aparato va a repetir la señal que recibe del router y, de esta forma, llegará a la otra punta de la vivienda desde donde vamos a conectar un ordenador o cualquier equipo.
Por tanto, básicamente el repetidor actúa como puente entre el router y otros dispositivos. Sirve para llevar la señal de un lugar a otro sin que la distancia influya tanto. Lógicamente no vamos a tener una cobertura y velocidad igual que si nos conectamos al lado del router, pero sí que ayudará a mejorar notablemente.
No hay que confundir un repetidor Wi-Fi con otros aparatos que también sirven para mejorar la cobertura, como podrían ser dispositivos PLC o sistemas Mesh. El funcionamiento de estos otros aparatos es diferente, aunque tengan el mismo objetivo de permitir que nos conectemos en otras zonas de la vivienda sin que haya cortes o pérdida de velocidad en la medida de lo posible.