Para sorpresa de todos, el pasado Pi-Day (14 de marzo, 3.14 según las fechas americanas), los responsables del conocido micro-ordenador Raspberry Pi anunciaban el lanzamiento del Raspberry Pi 3 B+, una revisión del modelo 3 que cuenta con mejor procesador y, sobre todo, con una importante mejora en la conectividad, tanto inalámbrica como de red. Sin embargo, al contrario de lo que muchos usuarios piensan, no sirve de nada comprar el último modelo del micro-ordenador si luego le vamos a conectar la tarjeta de memoria más barata que encontremos.
Dado que el Raspberry Pi carece de todo tipo de almacenamiento flash, más allá de la BIOS todo su software depende de la micro-sd que le conectemos. Esto, por un lado, es una ventaja ya que nos permite cambiar muy fácilmente de sistema operativo el Raspberry Pi solo cambiando la tarjeta de memoria, pidiendo tener varios sistemas siempre listos y cambiar de uno a otro con un simple reinicio. Por desgracia, no todo iban a ser ventajas, y es que también tenemos un importante inconveniente, y es que muchas tarjetas del mercado tienen velocidades de lectura y escritura absurdamente lentas, lo que supone un lastre para el micro-ordenador.
Seguro que cuando buscamos una micro-sd para el Raspberry Pi nos llama la atención el poder encontrar un modelo de 8 GB por 4 euros. Estas tarjetas generalmente suelen ser modelos muy viejos (de hasta hace 10 años), modelos que no utilizan una tecnología como las actuales y que, además, tiene una clase baja (clase 1, clase 4, etc) que refleja una baja velocidad.
Como el Raspberry Pi depende completamente de la tarjeta de memoria para funcionar, si esta es de baja calidad nos encontraremos, por un lado, con que el sistema tarda mucho en arrancar y en abrir las aplicaciones, y además nos encontraremos con que es muy lento a la hora de escribir datos en la propia memoria. Otro factor muy importante es que, si utilizamos una tarjeta de memoria de baja calidad para un dispositivo que va a estar conectado mucho tiempo (por ejemplo, si tenemos un pequeño servidor) nos vamos a encontrar con que esta puede fallar a lo largo del tiempo, quedándonos sin la información que teníamos guardada.
¿Son iguales todas las tarjetas de clase 10 para el Raspberry Pi?
Hace tiempo se decía que una tarjeta micro-sd de clase 10 era la ideal para móviles o para el Raspberry Pi ya que ofrecían una velocidad de lectura y escritura muy elevada. Aunque su velocidad es superior, por ejemplo, a las de clase 1 o clase 4, no todas las marcas y modelos ofrecen las mismas velocidades.
Por ejemplo, si elegimos una tarjeta Kingston de clase 10 tendremos una velocidad de lectura de unos 45 MB/s, mientras que si optamos por una tarjeta Sandisk o Samsung EVO tendremos velocidades superiores a los 100 MB/s con prácticamente el mismo precio.
En el siguiente artículo, los compañeros de HardZone nos hablan de las mejores micro-sd para el Raspberry Pi 3 B+ (o para cualquier modelo anterior) de manera que si estamos buscando poner al día nuestro micro-ordenador podemos elegir la mejor, tanto en prestaciones como en precio.
¿Tienes un Raspberry Pi? ¿Utilizas una tarjeta micro-sd de gama alta para aprovechar al máximo este dispositivo?
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