Hablar del precio que se debe pagar por acudir al cine es la historia de nunca acabar. Difícil alcanzar un consenso sobre cuál debe ser el importe a pagar. Lo que sí está claro es que todos los espectadores coinciden en que pagar más de 7 euros por una sesión de cine normal es un precio desorbitado que está al alcance de muy poco.
Solo hay que hacer cuentas. 7 euros de la entrada a lo que hay que sumar si se coge algún piscolabis en la cafetería. En total, y solo por persona estaríamos hablando de cerca de 12 euros. Obviamente se trata de una cantidad prohibitiva para muchos usuarios. Las productoras y salas se han quejado en numerosas ocasiones de que la afluencia de público no es la esperada, aunque existan en cartelera películas que merezcan la pena.
Obviamente lo fácil es echar la culpa a la piratería, un argumento que cae por su propio peso. Una prueba de ello es que los servicios de vídeo en streaming de pago no dejan de crecer en lo que respecta al número de suscriptores. De ahí que el argumento utilizado hasta estos momentos no se sustente y sea cosa del pasado.
Hay que ser realistas, el precio continúa siendo un problema, y son muchos los usuarios que esperan a que esté disponible en una plataforma de satélite antes de pagar esa cantidad.
¿El precio adecuado por entrada? Hay que encontrar un consenso
Estamos hablando de que hoy en día una entrada para una proyección en «3D» posee un valor cercano a los 10 euros. De ahí, que tanto productoras como salas (sobre todo las primeras) se tengan que plantear si merece la pena continuar con este modelo de precios.
Ha quedado más que comprobado en la Fiesta del Cine que ha tenido lugar en los últimos años que el precio es un problema, y que fijando una cantidad inferior se incentivaría mucho más la utilización de estos servicios.
Para que nos hagamos una idea, el escenario que se aplica en la actualidad a una entrada de cine es el siguiente:
- 21% es el IVA
- 3% los derechos de autor
- 34,2% para la sala
- 41,8% se lo queda la productora
¿Subvención de entradas?
Podría ser una idea que no sería descabellada. Sin ir más lejos, en algunas ciudades que se encuentran lejos del tamaño de Madrid o Barcelona se aplican este tipo de prácticas, pudiendo encontrar entradas cuyo precio oscila desde los 4,50 hasta los 6 euros, un precio más que reducido si lo comparamos con los 7 euros que cuesta ir a una proyección en las grandes ciudades.
Al final, todo es muy sencillo y solo hay que ver que, aunque sea necesario realizar cierta subvención, en el cómputo final con estas prácticas se consigue mucha más recaudación, algo que desde las salas y productos no son conscientes.
Obviamente, se trata de un punto de vista personal. Pero, ¿cuál crees que es el precio ideal (calidad/precio) que se debería fijar en los cines?